Don Antonio Tanguma
 
         Nació en 1903 en China, N.L., Fueron sus padres, Teófilo Tanguma,
         originario de General Bravo y Victoria Guajardo de China N.L.
 
         "Plática del Maestro Tanguma"

         Un día de 1927, me ofrecieron un acordeoncito de dos hileras de botones;
         me lo vendían en veinte pesos, muy barato. Le pedí a don Guillermo García
        Welsh, mi patrón, el dinero y me dijo: "Pá que los quieres pela'o?, mejor ponte
         a trabajar, después ahí te echas a perder con la música". Como quiera me los
         prestó y compré el acordeón que se veía bonito, pero como yo no conocía,
         resulta que el acordeón era un chasco. De todos modos, empecé a darle de día
         y de noche. Como ensayaba también en la casa, los dueños me decían: "Mira,
         agarra tu tequila y vete al monte a tocarle a los pájaros". El acordeón no me duró
         mucho y así me di cuenta que me engañaron con la venta, de cualquier forma le
         enganchaba alambritos y lo hacía cantar.

         Yo seguía trabajando en la labor, nomás soñando en juntar unos centavitos
         para irme a Estados Unidos y comprar un instrumento a mi gusto. Un día que me
         levanto, me agarro unas tortillas y una botella con agua y me voy para Terán, a pie.
         Hice tres días hasta los Ramones y en la estación del tren la pregunté al boletero,
         hasta dónde me alcanza con dos pesos?, voy rumbo a Reynosa. El boletero me dijo;
         "son uno ochenta y cinco hasta Anzaldúas". Pues sí, ahí me bajaron y me fuí directo
         a la frontera que ya estaba muy cerca. Llegué a Corrales y corrí a un estanquillo para
         comprar galletas, el hombre que despachaba me vió y me dijo "Para dónde vas?",
         ya le expliqué que quería pasar el río y tuve tanta suerte que el señor al verme
         hambriento y en huaraches me dió de cenar, me permitió bañarme y hasta zapatos
         me
         regaló. Total que él mismo me recomendó con unos muchachos que me pasaron al
         otro lado y me llevaron a un rancho, donde el dueño me contrató para desenraizar
         y tumbar mezquitez. Así junté doce dólares, hasta que supe que en la feria de
         Laredo vendían un acordeón, fui y lo compré. Me costó diez dólares, regresé al
         rancho cantando y tocando. Los muchachos nomás oyeron el acordeón y se
         arrimaron unas botellas de vino y ahí mismo si hizo la tocada. Estamos hablando
         de 1917 que fue el año de mi primer acordeón bueno, porque luego compré dos
         más en Corpus Christi; andaba que me volvía loco de gusto.

         En 1932 me fuí a China, Nuevo León, y en 1938 para Monterrey.
         Tenía 35 años de edad.

         En realidad mis primeras composiciones las traje siempre en la mente, porque
         cuando trabajaba en la labor, me inventaba tonadas y las repetía silbando. En 1938
         terminé la primera pieza: De China a Bravo. Ese nombre yo no se lo puse, pero
         como la pasaba viajando de China a Bravo, así se le fue quedando, fueron unos
         músicos que me acompañaban los que la titularon. Hasta la fecha he compuesto más
         de cincuenta composiciones y las que han pegado más son: El cerro de la Silla,
         Evangelina, Naranjo, Blanca Nelly, María de Lourdes y otras. Mucha gente me
         pregunta por qué tanto nombre de mujer. Será porque los nombres de las mujeres
         me gustan tanto.

         En 1945 me fuí a México, pero, de todas las cantinas y restaurantes me sacaban,
         pues el acordeón no gustaba todavía. Un día unos amigos policías de Los Herreras,
         Nuevo León, se metieron conmigo a un restaurante, ahí en la ciudad de México,
         y me pidieron que tocara. Apenas me estaba calentando cuando el mesero nos
         dijo: "Oiga, aquí no se puede tocar". El más grandote de los policías le contestó:
         "Nosotros somos de Nuevo León y este hombre del acordeón es Tanguma y su
         música es tan buena que donde quiera se le debe escuchar": y como mientras
         contestaba le enseño las pistolas... tuvieron que escucharnos toda la tarde.

         Lo que pasaba era que la música norteña apenas estaba naciendo, y en la mayoría
        de los estados del centro y sur, no se conocía. Por eso a mí me gusta Nuevo León,
        porque en cualquier rancho adoran el acordeón y el bajo sexto. No se necesitaban
        muchos músicos para amenizan un buen baile.

         Desde 1938 que me dediqué de lleno al oficio de la tocada empezó a irme bien,
         aunque no pagaban lo suficiente, podía mantener a mi familia. Ya nomás con juntar
         para los frijolitos, lo demás era ganancia. Al principio me acostumbré a tocar sólo
         porque había muy pocos guitarreros que me acompañaran, pero de 1940 para acá,
         empecé a organizar mi grupo, casi siempre tocábamos a dueto: acordeón y
         bajo sexto.

         De todas mis composiciones, el shotís del Cerro de la Silla es la que más me gusta.
         Esta composición nació como un chipazo, en un rancho en las faldas del Cerro de la
         Silla. En la mañana quedaron unos amigos de pasar por mí para tocar en una
         tardeada; no llegaban y se hacía tarde; yo estaba muy desvelado y tenía mucha
         hambre. Bueno,
         pues me recosté a esperar, como no queriendo, agarré el acordeón, y ya de rato me
         gustó lo que estaba tocando, repetí las notas y las memoricé, cuando llega el
         guitarrero y me dice: "Oye esa pieza es muy buena, no te la había escuchado",
         no hombre, dije yo, es la cruda y la sed que me están haciendo ver visiones.
         Tiempo después llegaron a mi casa unos gringos de una casa disquera que me
         querían escuchar y les toqué el shotís que hice cerca del Cerro de la Silla; les gusto
         mucho, y como no tenia título, pues así se le quedó: El Cerro de la Silla. Todavía
         dicen muchas gentes que nomás la escuchan, y se les mueven la piernas solas, que
         esa piesa hace bailar a cualquiera, auque no sepan. Me gusta ese shotís, me gusta
         ver a los niños que lo bailan en las escuelas, en las asambleas y en los concursos
         escolares.

         M vida ha sido el acordeón y mi familia. Me casé cuando tenía como treinta años.
         A mi esposa la conocí en un baile, muy bonita, se llama María de Jesús, me gustó
         desde que la ví, y me dije, yo me quedo con esa chiquilla, porque ella es mucho
         más chica que yo; me casé con ella en 1933 y tenemos once hijos.

         Ahora tengo casi los ochenta y cuando escucho un acordeón, no sé por qué, a veces
         me dan ganas de llorar, me da como cierto coraje que allá por los treinta mucha
         gente no quería el acordeón y ahora sí. La música norteña terminó imponiendo
         su fuerza... bendito sea Dios que el acordeón ya tiene su historia.

         Antonio Tanguma Guajardo, murió el 25 de diciembre de 1989.

         Es el artista de música norteña de más reconocimiento nacional e internacional.
         Sus polkas, redovas, shotises y huapangos los han bailado generaciones enteras
         de niños, en miles de escuelas de todo el Norte del país.